jueves, 6 de noviembre de 2008

AFDI

Parece que el "tristemente famoso" (lo tomo prestado de nuestra lectora Salomé, ¡gracias!) sistema de ayuda a la función docente (AFDI) es tan poco eficiente y está tan mal concebido que todo me hace pensar en que debo abrirle una sección esclusiva para él.
Al hilo de otros comentarios, un ejemplo del estupendo desarrollo del mismo: el uso habitual y prioritario del afdi por todos los profesores se concreta en poner las faltas de los alumnos. Entonces, ¿por qué no se ha diseñado una entrada directa a esa función, obligando a miles de profesores diariamente a emplear un tiempo y unos recursos humanos y tecnológicos a pinchar menús absurdos? ¿A nadie se le ha ocurrido algo tan sencillo como poner una pestaña en el menú principal sin tener que pasar por la indicada como "horarios"?
Si esto estuviera desarrollado para una empresa privada, el desperdicio de horas de trabajo al cabo de la semana, el mes y el año sería insostenible (y nadie compraría este programa que sólo lleva al despilfarro). Señores y señoras de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid: ¿serían tan amables de informarse y preguntarnos a los que trabajamos y debemos emplear sus herramientas informáticas antes de desarrollarlas?
En nombre de mí, y de otros que no se atreven a escribirlo, gracias anticipadas, porque todavía me queda algo de esperanza, pero no tarden, pues me queda muy poca.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Realidad o ficción?

...una persona se encarga de controlar el absentismo de los alumnos (se supone que habla con las familias, contacta con servicios municipales, habla con los Jefes de Estudio y los tutores...). Pues, créanselo: justo esa persona no puede acceder al servicio informático de gestión de faltas de alumnos de la Comunidad de Madrid (afdi). Claro, "no es profesor directo" (dicen los sabios).
Me pregunto: ¿y entonces cómo puede hacer su trabajo con coherencia? Ah, eso no está previsto.

martes, 4 de noviembre de 2008

Así son las cosas

Mierda de educación secundaria.

Esta es la verdad, guste o no. ¿Por qué el sistema público y sus profesores deben aguantar las impertinencias, los desprecios cuando no los insultos de alumnos y padres? El derecho a la educación secundaria debe ser obligatorio, gratuito y de calidad, por supuesto, pero no a costa del sistema ni de las personas que en él trabajan.
Si un alumno se niega a estudiar, el sistema debe buscarle otra ocupación y formación, sacándole de un aula donde sólo genera problemas, malestar y retraso en el aprendizaje de otros compañeros que sí quieren esforzarse.